Si te duele el corazón y yo no tengo la cura, ¿cómo hago para ayudarte? Si no tengo los años, ni las vivencias suficientes para darte un consejo que valga la pena, ¿qué te digo? Si no tengo la fórmula para arreglar los errores del pasado, ¿cómo te muestro que queda un futuro que construir? Si tu angustia me parte el alma, ¿cómo hago para que te duela menos?
Toda mi vida te ocupaste de hacer eso por mí... de ayudarme en cada cosa que pudiste, de aconsejarme con la palabra justa aunque doliera y no quisiera escucharte; de hacerme saber que no importaba cuántas veces me equivocara, que siempre había tiempo para cambiar las cosas y vivir la vida que quería; que no importaba si me dolía el alma, vos siempre me ibas a contener en tu abrazo.
No se qué hacer, mamá, más que darte mi amor y esperar que las cosas pasen.
Te amo.
16 agosto 2011
Carta pública VI
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