15 agosto 2011

Policial -fragmento.

Fueron las ocho horas más largas de mi vida, hacía mucho frío y el lugar era horrible. Daba la impresión de que no habían cortado el pasto en años, al caminar se me enredaban los zapatos en los yuyos, que despedían un olor putrefacto a animal muerto y huevos podridos.

El terreno era grande, no se podía divisar bien el fondo desde el portón de entrada, solo un montón de árboles viejos, resquebrajados y altos. La casa dejaba mucho que desear, descuidada y fuera de época, daba la impresión de un cuadrado tosco insertado en el medio del terreno.

La cinta policial cercaba todo el perímetro, varios móviles cortaban la calle del frente; y un gordo inmenso, enfundado en un traje de policía, impedía el paso a la finca.

Mientras miraba por el vidrio del coche, impaciente, recordaba que apenas aquella mañana había estado en once, comprando telas y botones… ¿Dónde estaría mi bicicleta, en qué lío me habría metido esta vez?
Me indicaron que bajara del auto y seguí a los dos detectives hasta el portón de entrada, al llegar ahí nos detuvimos. El más alto de los agentes le dijo algo al oído al gordo, quien me miró con un gesto algo despectivo, y se corrió para dejarnos pasar. El portón emitió un chirrido inquietante y se abrió sólo un poco, parecía pesado. Al dar mi primer paso sobre el pasto enmarañado y rancio de la finca, tomé conciencia de la magnitud de la situación; estaba hundido, hasta la garganta.

1 comentario:

  1. Me alegro que vuelvas a publicar en el blog lo único que haces espontáneamente desde hace 20 años. Tendrías que hacerlo con más frecuencia!
    Interesante la entrada, me dejás enganchado. Ya sabés como va a continuar? No importa, ya me enteraré cómo sigue la trama, espero :)

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