03 octubre 2016

Oxímoron

Despierto en la noche, tal vez estoy dormida, afuera mueren estrellas. Te recuerdo a la velocidad de la luz, como un satélite orbitando tu ausencia, celebrando el rito de invocar tu nombre en la oscuridad. Atraída por tu fuerza sigo la trayectoria de un espejismo, la estela de un fantasma, un golpe invisible que me quiebra. 
Vivir persiguiendo el eco de un sonido que está muerto, apagado en la galaxia, viajando lentamente. La imposibilidad de que seas, la fragilidad de lo que fuimos, el corazón a la intemperie temblando. El horror del olvido, lo irreal de la distancia; la brutalidad de la piel reseca y el apetito agonizante, de saber que cada célula que amaste está herida y necrótica, que pronto tendré un cuerpo nuevo que no sepa de tus manos... 
¿De qué será producto esta anarquía tan hambrienta, quién me salvará de la falsedad de las palabras abrazando mi cuerpo mutilado? Siento ansiedad de gritar tu nombre, para que no se extinga el magnetismo de tu sexo, para librarme de la pesadumbre del capricho sordo, para emerger del agujero negro en el que se amotinan mis anhelos. No quiero más ser este cuerpo moribundo, que evoca tu rostro en cantos de tragedia, quiero flotar en el espacio, muda de deseos.