28 octubre 2013

Lapicera verde sobre hoja de diario.

Lo ve, con un dedo dibuja
sus ojos sobre los cristales. 
El tacto, el frío,
afuera los pájaros, el ruido hueco.
Adentro todo está estático,
una página en blanco,
un silencio, ojos cerrados,
siempre cerrados. 
Los ojos en el cristal chorrean,
el corazón chorrea,
el alma escurre y se disuelve... 
Adentro y afuera se confunden,
tiñendo al hoja con gotas de agua
y ojos de pájaros,
cerrados, siempre cerrados.

24 abril 2013

Paréntesis 1: La maldición de los Lugones.



Poco le sirvió a Pirí Lugones burlarse de los dictadores.
Murió electrocutada por la picana que inventó su padre;
sin el amparo de la poesía de su abuelo.


28/1/12

Personas



Hablo con un hombre, no me conoce, dice conocerme por mis ojos; no sabe nada...
Está dormido sobre mi pecho, respira tranquilo, me pregunto si sueña;
a su lado yo nunca he soñado.

Cierro los ojos, le acaricio el pelo, no estoy pensando en él.



Bicho canasto - Retrato de una mujer soñada.


Ana se acurrucaba, apretándose las piernas con las manos, hundiendo la cabeza entre las rodillas.
Susurraba palabritas entre lágrimas y se encerraba en su capullo como un bicho canasto.
Cuando caminaba parecía movida por la brisa, tan pequeña, dubitativa, orbitando por el mundo con los ojos vidriosos. Jamás pude acercarme y tomarle la mano con inocencia, siquiera decirle que no estaba sola, pedirle con un gesto que no sufriera tanto...

Carta


Yo un día soñé con la nieve; eterna, blancuzca, cegadora. Desperté entre sábanas frías con un déjà vu atravesado en el cerebro, y una taza de café que derramé en el piso al bajar los pies de la cama... maldita costumbre de dejar las tazas en el suelo, siempre en el suelo.

Las ventanas se empañan por el choque de frentes fríos y calientes, como se empañan los días de alegría cuando suceden cosas inesperadamente tristes.

Algunas mañanas me arrimo a la puerta esperando ver tu carta en el suelo, junto a las zapatillas que siempre están sucias y mal acomodadas sobre la alfombrita de la entrada. Tu carta nunca llega, debería dejar de esperarla pero no puedo. De muy chica recuerdo haberte pedido que me escribieras unas líneas, pero nunca te hiciste el tiempo para dedicarme esos renglones.

Siempre lo mismo; los sueños, la espera... secreta, silenciosa. Los despertares, repentinos, sutiles o tormentosos; los días corriendo, las noches cálidas y las tardes en los trenes. Se me pasan las horas, se entremezclan los sueños, la nieve y las flores; tu carta nunca llega. 

11 marzo 2013

Miraflores


Que el silencio no te atrape, 
de madrugada en alguna ribera desierta;
mientras las luces una a una se apagan
y el clima se vuelve frío, denso y monocromático...

27 enero 2013

Conviviendo


Elegimos el nombre del perro y del gato: aunque aún no compramos un perro, ni nos han regalado un gato -y aunque el nombre que elegí para le gato no te guste mucho. 
Trajimos mis cosas de a poco; como en una invasión silenciosa fui ganando terreno en tu casa, ahora nuestra casa. Primero pintaste la biblioteca y buscamos mis libros... recuerdo haberte dicho que sabría que nuestras vidas estaban unidas definitivamente el día que viera mis libros mezclados con tus libros, y tus discos mezclados con mis discos.  
Tiramos papeles y cosas viejas, compramos plantas y flores, y movimos todo de lugar. Armamos un sillón, cambiamos las cortinas y nos regalaron una mesa ratona. 
Armé un bolso, sólo uno, con toda mi ropa y la acomodé en el placard junto a la tuya. Mis remeras, tus remeras, mis sacos, tus camisas, tus zapatillas, mis sandalias y botas. Guardé mis carteras y pegué en la heladera nuestras fotos de cuando éramos chicos. 
A pesar de que siempre tuve llave y cepillo de dientes, durante meses dormí en tu casa, desperté en tu casa... hasta que una mañana se convirtió en nuestra casa; y qué feliz es la vida de a dos, ver tus colores mezclados con los míos, formando nuestros colores; ir escribiendo una historia nueva tan distinta, tan impredecible... un nuevo capítulo en el libro de mi vida.

Tengo algo en el cuerpo; inmóvil, palpitante... como un sueño del que nunca despierto, en un lecho en el que nunca me he acostado. Miro mis manos, que son las mismas manos, pero se sienten distintas; enciendo un tabaco, respiro la brisa, tomo una taza de café... siempre los mismos escenarios, las mismas luces, los colores desteñidos o demasiado brillantes; las mismas preguntas, los mismos anhelos, o quizás otros ¿Quién sabe?. 
Suelo preguntarme, no respondo pero llevo un secreto en la sangre... algo mío, algo que sé y no me doy cuenta, algo que descubro y luego despierto y vuelvo a perder. Y encuentro maravillas, y me hundo en desastres, lucho conmigo y me uno a mi misma todo el tiempo; en lo alto de un mundo muy bajo pero vertiginoso, en el silencio de la noche y los anhelos de lo mismo; la repetición edulcorada que no cansa a la lengua, y la deja degustar el momento una y otra vez, y otra, y otra.