Ana se acurrucaba, apretándose las piernas con las manos, hundiendo la cabeza entre las rodillas.
Susurraba palabritas entre lágrimas y se encerraba en su capullo como un bicho canasto.
Cuando caminaba parecía movida por la brisa, tan pequeña, dubitativa, orbitando por el mundo con los ojos vidriosos. Jamás pude acercarme y tomarle la mano con inocencia, siquiera decirle que no estaba sola, pedirle con un gesto que no sufriera tanto...
Susurraba palabritas entre lágrimas y se encerraba en su capullo como un bicho canasto.
Cuando caminaba parecía movida por la brisa, tan pequeña, dubitativa, orbitando por el mundo con los ojos vidriosos. Jamás pude acercarme y tomarle la mano con inocencia, siquiera decirle que no estaba sola, pedirle con un gesto que no sufriera tanto...
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