Quiero que a mi
me recuerdes por mis ojos
y por mis palabras.
Por la curvatura de mi boca,
por la cintura estrecha
y mi forma de pensar.
No te se decir si tenía o no ojos verdes; hace unas horas yo era detallista, hace unos años no. Se su nombre, que me desagradaba un poco su buen humor en las mañanas... lo hacía menos humano, pseudo alienígena, y me generaba la curiosidad y el desprecio propio de los extranjeros.
Soy una miérda cuando quiero. Cuando no quiero también. Ser persona es complicado, hay que tener en cuenta muchas cosas, y todo te afecta... aún así nunca fui otra cosa, así que no te se decir si siendo perro se está mejor o peor que siendo persona. Me gustaría saberlo.
Necesito desesperadamente despegarme el adjetivo descalificativo que llevo junto al nombre; para empezar a transitar por la vida sin tanto miedo, sin tanta necesidad.
A vivir se aprende viviendo, no hay manual que te enseñe de eso.
Veo vidrieras fuera de foco, instantes fugaces que se desvanecen en el aire. El alcohol en sangre produce eso; desesperación, horror, incertidumbre.
Afuera mueren las formas, se diluyen los contornos; un asco, vivir así a esta hora es un asco.