26 enero 2012

Destripando a Natalia

Mi infancia, aunque cercana, a veces se me presenta turbulenta. En días como hoy la recuerdo tan nítida, como una época de gloria demasiado espléndida para ser traducida en palabras tantos años después.

Pienso en aquellos días y descubro de repente a una criatura colmada de imaginación y miedos, fusión pura de luz y oscuridad. Vivía en mi universo, como todo niñx que realmente tenga la gracia de ser tal cosa, un simple niñx; me escondía entre los pastos altos del jardín, tal vez porque el mundo era tan caótico de a ratos, que ahí abajo se estaba mejor.

Mi familia y yo vivíamos en una casa en el fin del mundo, con un parque que parecía abarcar la ciudad entera. Recordarlo de esta manera me llena de melancolía, porque siempre creí que viviría en esa casa para siempre; o, mejor dicho, que me iría de ella cuando diera el salto a la adultez y me mudara sola. De cualquier forma, a los cinco años me sentaba en la puerta de casa y, con una pequeña rana pegajosa en el bolsillo de la campera, disfrutaba de cómo se me perdía la vista en ese verdor infinito. Todo era mío, absolutamente todo, y no había quién pudiera convencerme de lo contrario.

22 enero 2012

Memo 9B - 20/12/11

La alegría de un mate frío y una bici inglesa recién pintada. El olor a esmalte sintético y a tierra, mi vieja casa, mi casa de siempre, el jardín de la abuela.

El mate frío, el perro, mosquitos, el aerosol blanco en los dedos sobre el esmalte rojo despintado.
La noche, poca luz y 30 grados, la alegría, la abuela, el banco verde, el pino, el jardín de la abuela, infancia, adolescencia. La alegría, estoy en casa, mi casa, mi única casa, acá está  mi vida, los dolores y los buenos días.

Mi casa, sensación de mezcla,
el pasado queda a sólo 10 minutos en bicicleta.

19 enero 2012

Soledades.

Tu sombra atravesaba el cuarto, nunca vi tus ojos pero conozco de memoria tu silueta proyectada en la pared. Solías cantar en voz bajita, y yo sabía que no me mirabas, lo sentía en la espalda; esa ausencia que construíamos juntos, cada uno de su lado. A veces yo también cantaba, de mi lado del mundo cantaba y vos del tuyo respondías... y creíamos ilusos que eso era estar acompañado, que así se sentía.

A mi me conmovía un poco tu presencia fantasma, tu vocecita susurrando, el movimiento de tu sombra. Nunca supe si te sentías como yo, remotamente desesperado y disconforme, con ganas de estirar un brazo y acariciarme el pelo; con ganas de darte vuelta y mirarme a los ojos, para ver de qué color eran.

Un día no viniste y me quedé esperándote, ahí sentada en el suelo, mirando la pared... y entendí que eso era la soledad verdadera, que así se sentía la ausencia absoluta, el abandono. Si lo pienso siento nostalgia, se vuelve palpable tu falta y la habitación se llena de un vacío espeso y asfixiante. Al fin entiendo plenamente lo que es sentirse solo, tengo un grumo de sentimientos atravesado en el cuerpo.

08 enero 2012

4 -Vértigo


Que rápido gira la tierra a veces; me da la impresión de estar sentada en el suelo y poder ver como sale y se pone el sol en segundos.



-Oliveira: venite Nataliaa, y cruzamos Cambodia.