Tengo algo en el cuerpo; inmóvil, palpitante... como un sueño del que nunca despierto, en un lecho en el que nunca me he acostado. Miro mis manos, que son las mismas manos, pero se sienten distintas; enciendo un tabaco, respiro la brisa, tomo una taza de café... siempre los mismos escenarios, las mismas luces, los colores desteñidos o demasiado brillantes; las mismas preguntas, los mismos anhelos, o quizás otros ¿Quién sabe?.
Suelo preguntarme, no respondo pero llevo un secreto en la sangre... algo mío, algo que sé y no me doy cuenta, algo que descubro y luego despierto y vuelvo a perder. Y encuentro maravillas, y me hundo en desastres, lucho conmigo y me uno a mi misma todo el tiempo; en lo alto de un mundo muy bajo pero vertiginoso, en el silencio de la noche y los anhelos de lo mismo; la repetición edulcorada que no cansa a la lengua, y la deja degustar el momento una y otra vez, y otra, y otra.
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