Varias veces al día,
vuelvo a tener un ataque al corazón.
Duermo despierta,
sueño epifanías y tragedias...
Contemplo la inmensidad
sin dejar que me conmueva;
y dejo que la brisa me atraviese
para sentir que aún existo.
No quiero nada,
por favor no me pregunten
ni me traigan flores.
Es necesario tener esos ataques, en buena hora de que ocurran. Bonito blog. Saludos!
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