22 abril 2015

Fueguitos


Y es que tal vez, con mis palabras, le revolví una intimidad que él creía ya enterrada; una chispa de recuerdo que lo sorprendió con un incendio en plena madrugada ciega. 
Y no pudo más que salir al balcón, encender un cigarrillo y bañarse con el rocío para calmar la sangre. 
Regalarle a la noche una estelita de vapor, humedad condensada como el deseo hecho verbo en el recuerdo. 
La taquicardia en singular y la curvatura de una boca roja; el perfume de la piel recién plantada, recién florecida, en el jardín que es el colchón de los amantes.

18 abril 2015

Mar de trenes


En cada pedacito de coral
que arrastran las arenas del mar en invierno,
en cada estela de espuma que se dibuja
y se ilumina con el sol en un tinte naranja

cuando veo un perro que se echa de panza
esperando algo de amor,
y los pájaros desaparecen 
en esa línea finita
que separa el cielo del cielo en la tierra,
aprieto tu mano en mi mano,
siento el peso de la existencia ligera,
la respiración de agradecimiento con la vida,
la mitad del doble de uno,
el uno completo compartiendo el uno del otro.
Y el sol invitando a la noche a lucirse,
a explotar en mil puntitos de infinidad de materia,
todos contenidos bailando en la circunferencia de un párpado;
en un viaje de tren me sumerjo en tus ojos,
y el telón de las pupilas se levanta,
haciendo verbo este regalo,
vaya espectáculo majestuoso.

14 abril 2015

3-5-7


Un fulgor que me vuelve,
espejismo de mi misma,
reflejo de agua turbia;

Remolino de peces espada
y medusas fosforescentes,
formando constelaciones
en el fondo del agujero negro
en el que se convierten los ojos cerrados.

Ni balsas, ni arenas,
ni la sal de los océanos...
sólo la expansión de la negrura.
La pérdida del peso,
y la distorsión de las manos arrugadas,
en el fondo, o en la superficie
de todo andar pluscuamperfecto.

Azúcares


Azúcar de llovizna y nubes que siempre parecen suaves. Tardes sin lograr unir vocales y consonantes, nombres completos, dobles apellidos y caras asimétricas. 
Vagones de trenes colmados de almas sin gentes, o de ojos cerrados mirando por las ventanas. 
Escombros, un hormiguero rebosante de puntos negros que se entrecruzan, a la hora de sentir el viento en la piel tan sólo un segundo. 
Después la nada, el supuesto todo, la repetición del anhelo, más y más, te enseñaron que nunca menos; la boca seca, la tierra seca, el sueño seco, la sal siempre húmeda. 
Ventanas abiertas de luz, hojas de libros que se pierden en el desorden, y brillantina de azúcar en las manos.