09 febrero 2012

Destripando a Natalia II

Me encanta sentarme en el balcón de algún piso en un edificio y mirar las ventanas iluminadas de los edificios contiguos. Me divierte esa irrupción un tanto naif en la intimidad de la gente; convertirme en un espía silencioso que observa. 
Lo humano de observar y ser observado, de sabernos partícipes de un teatrito de sombras tan íntimo como público. Me fascina la idea, contemplar en solitario, ver las siluetas deformadas a través de las cortinas; cuerpos que se aproximan, sombras que lavan los platos, brazos que sostienen cigarrillos o cuelgan la ropa... Universos, miles de ellos, todos sucediendo en simultaneo, todos para mí.

2 comentarios:

  1. Coincido, es una linda costumbre :)

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  2. Yo miro mientras tomo algo en la cafetería, pero no a los cercanos, a los que pasan y puedo ver a través del cristal. Tal vez intento ver mis rutinas en las de otros.

    Saludos,

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