Henos aquí, contrapuestos,
tan lejos en nuestra cercanía;
compartiendo ese espacio que nunca nos une.
Mirándonos,
a través de abismos de bruma espesa;
atrincherados,
vos de tu lado y yo del mío.
El aire se compacta,
y siento que el mundo
gira a una velocidad muy lenta,
como si todo fuera cristalizándose
y apagándose en silencio.
La brutalidad de lo irresoluble,
siempre tan tajante,
que va labrando un hueco en el estómago y la garganta,
y te encierra, en habitaciones descoloridas,
donde se descascaran las paredes
hasta la afonía de gritar una plegaria
sin sosiego.
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