No duermo en las noches, como si habitara abismos sonámbula. De madrugada, ausente y sin escape, no quiero rendirme ante el horror de mi misma.
Por momentos estoy flotando en un vacío azul profundo que nunca se convierte en mar. Con los dedos de los pies dormidos y helados, me voy otra vez a alguna parte del recuerdo, a una página manchada con tinta, al sabor de la fruta madura, a los atardeceres en el campo. A esperar que salga el sol o que se apague para siempre, a vivir un nuevo día anestesiada de intuiciones; a esconderme en laberintos para no tenerme frente a frente y desangrarme.
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