Abrí una cajita, chiquitita como todo lo que queda entre nosotros... y en un papel, una hojita, un corazoncito y un gato, encontré los restos de otra vida.
Lloré. Lloré y te vi sentado a los pies de mi cama, mirándome en silencio. Te sonreí entre lágrimas y leí una de tus cartas, esa que me escribiste en otoño. Ha pasado tanto tiempo y las cosas han mutado, cambiado de forma y color, los aromas son otros, los días son más cortos; y aquella vida cada vez más y más lejana.
Te deseo todo lo mejor... aunque casi nunca me salga decírtelo en la cara. Deseo que seas feliz y tengas una vida plena, que encuentres otro amor que me borre de un suspiro, que tus sueños se cumplan, que nunca te agobie la soledad o el sufrimiento.
Y tal vez, nunca pueda hacerte entender cosas tan simples, tenés la capacidad de complicarme; siempre la tuviste. Pero al menos así, teniéndote sentado a los pies de mi cama, mirándome sin decir una palabra... al menos así, sosteniendo una hojita de papel de carta con lágrimas en los ojos; pueda hacerte llegar mis mejores intenciones.
Ojalá sea suficiente.
24 octubre 2011
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Gracias por escribir... me llega mucho en serio. Gracias.
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