Hay rincones que son marcados por el calor de un beso.
Irradiando destellos de luz en la lejanía, abren las puertas del olvido y las vuelan en pedazos, hasta iluminar cada pasillo de la memoria oscurecida.
Entonces, uno vuelve a ser habitante del vacío prohibido del romance secreto, del impulso que acelera el latido tieso de un corazón en cuarentena; estancado en un rincón que se disuelve en el tiempo y el espacio, marcado por el calor de un beso.
Qué sensación de angustia querida.
ResponderBorrarBesos