Ahí estaba, Maggi durmiendo en mi hombro; y yo de repente la abrazaba, y estábamos tan cómodos pero incómodos, en silencio escuchando la música de las paredes, delineando mundos de entre las sombras; compartiendo ese espacio que unía nuestras dos soledades pero sin volverlas una, nunca se volvían una...
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